sábado, 16 de mayo de 2020

Robert Bly




Un buen número de varones necesita una espada para separar su alma adulta aferrada a la madre. Cortar el cordón umbilical psíquico. El filo de la espada separa el aferramiento del amor, la bravuconada infantil de la firmeza masculina y la agresión pasiva de la ferocidad. La espada Vajra, sin ella no es posible la vida espiritual, ni la vida adulta.

También podríamos necesitar una espada para separarnos de nuestra propia autoindulgencia. Podemos haber adquirido el carácter de víctima. El alma de la víctima queda inevitablemente unida a la autoindulgencia, el resentimiento, la depresión, una baja autoestima, la pasividad y la rabia. ¿Quién va a separar esas emociones del alma? Sin espada no hay Eros. El amor paterno, el amor del hombre por la mujer, el amor de la mujer por el hombre, el amor de la abeja por la colmena, el amor del creyente por Dios...nada de eso cobra vida sin la espada.”
(Robert Bly. Iron John)


“Los hombres suaves (…) no son felices; no hay en ellos mucha energía. Son preservadores de la vida, pero no dadores de vida. (…) cuando un varón considera su psique lo que encuentra en la profundidad es un viejo macho cubierto de pelo (..) vinculado a lo instintivo, lo sexual, lo primitivo (…) todos los varones contemporáneos tienen un gran hombre primitivo (…) establecer contacto con ese salvaje (…) ése es el proceso que aún no ha tenido lugar en la cultura contemporánea.(...) Cuando un hombre considera ser consciente de su hembra interior, se siente más cálido, más vivo. Pero cuando se acerca a lo que llamo el macho profundo la situación cambia absolutamente. Requiere la voluntad de llegar a la profundidad de la psique y aceptar la oscuridad de ahí abajo, incluyendo la sexualidad. (…) Podemos dedicar el resto de nuestra vidas a intentar que nos devuelvan la pelota de oro (una sensación de unidad con todo el universo). Uno no puede buscar su propia vertiente femenina porque no es ahí donde se ha perdido la pelota de oro. No puede uno ir a su esposa y pedirle la pelota de oro. Se la devolvería si pudiese, porque las mujeres no son contrarias a que el crecimiento de los hombres siga este camino, pero es que ella no puede tenerla (…)
La profunda energía nutricia, espiritualmente radiante, del varón , se encuentra en la masculinidad profunda, no la masculinidad superficial, la masculinidad del macho, sino la masculinidad profunda (…) el joven varón ha de hacerse con el poder que le había entregado a su madre (…) ha de desviar su energía del intento de agradar a mamaíta y dirigirla a la búsqueda de sus propias raíces instintivas. (…) ha de aceptar que lo colectivo es más importante
y abandonar el campo de fuerzas de sus padres (padre y madre).”
(Robert Bly)

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