martes, 22 de septiembre de 2020

Lola Hoffmann



 “Individuación es el proceso que mueve al hombre a hacerse una persona completa, única. No nos decidimos a hacernos enteros, más bien, una energía vital que está dentro de nosotros, nos obliga a tomar este camino. La vida nos manda en este proceso, no lo que pedimos sino lo que necesitamos para crecer. Hay que aprender a abrir el hilo que conecta los acontecimientos, sueños y relaciones que han formado el tejido de nuestra existencia.

Cuando el hombre observa los sueños está en contacto con la corriente de la vida interior. El sueño es la herramienta de la naturaleza que permite que contenidos del inconsciente penetren a la consciencia.

Nuestra alma no está completa si no llevamos a la consciencia nuestra vida entera, si está feliz o infeliz. No conocemos las profundidad de nuestro espíritu. Hacia dentro se dirige el misterioso camino. Se requiere ir al desierto para encontrar el camino. Esta ida al desierto corresponde a un estado anímico de desarrollo y tránsito. Cuando alguien ha pasado por una crisis ha muerto a su antigua personalidad y ha hecho su camino de vuelta hacia la salud y una vida más consciente.

Durante este estado ocurren también episodios psicóticos. Así por ejemplo, en ciertas culturas, la locura del chamán, es un estado de introspección, un camino hacia dentro que es tanto más peligroso cuanto más súbito y tormentoso es el proceso. Es una etapa de la vida en la cual toda energía productiva parece estar suspendida, cuando el centro de la conciencia ha salido fuera del marco corriente del aquí y ahora, estamos fuera de nosotros, en otro marco de referencia. La capacidad del chamán de entrar en éxtasis, hace de él un maestro de la geografía mística del mundo espiritual, es decir, del inconsciente. Tiene un íntimo conocimiento de estas regiones misteriosas del espíritu, en las cuales puede entrar y salir a voluntad.

Las culturas chamánicas dividen la geografía del mundo espiritual en tres capas, el plano terrestre, el mundo celestial arriba y el mundo subterráneo abajo. El universo espiritual triple está comunicado con el centro del mundo y él conoce este centro, tiene la capacidad de moverse de un plano a otro de la realidad. (...)

Nuestra totalidad, la meta de nuestro desarrollo, vive dentro de nosotros como una potencialidad dinámica influenciando profundamente el curso de nuestra vida. En todo proceso vital el bien y el mal se entremezclan. La vida nos manda en este proceso no lo que pedimos sino lo que necesitamos para crecer. Las fuerza del mal tendrán que tocar nuestras vidas. Porque sin los poderes oscuros, luciféricos, no emerge la conciencia. ¿Quién puede conocer algo fuera de aquello que reconoce de nuevo?

Tú te imaginas que estás aprendiendo y resulta que te reencuentras contigo mismo. El universo es tan solo el pretexto para este desarrollo de la conciencia.

La individuación no excluye al mundo, más bien lo contiene. El desarrollo de la conciencia no es posible sin emoción, esta nos llega a través de las relaciones significativas de nuestra vida. La relación con los demás es una parte muy importante en el proceso de individuación, el amor es el crisol donde se realiza la individuación. Amar a alguien significa estar en posición de sí mismo. Individuación es la fuente de toda salud.”

(Lola Hoffmann)

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