“Tomemos posesión de nuestro territorio secreto, iluminado por grosellas que parecen candelabros colgantes, de un vivo color rojo por un lado, negro por el otro (...) si nos acurrucamos juntos, podemos sentarnos bajo el dosel de las hojas del grosellero y podemos ver cómo se balancean los incensarios. Éste es nuestro universo. (…) Éste es nuestro mundo, iluminado por lunas en cuarto creciente y luces como estrellas; grandes pétalos semitransparentes cierran las aberturas y se iluminan como ventanas de color púrpura. Todo es extraño. Las cosas son muy grandes y muy pequeñas. Los tallos de las flores son gruesos como robles. Las hojas son altas como las cúpulas de enormes catedrales. Aquí tumbados, somos gigantes, podemos hacer temblar los bosques. “
(Las olas. Virginia Woolf)
“Ella levantaba aún más la lámpara, y el aire parecía volverse fibroso y alejarse con prisa de la superficie verde mediante hebras amarillas y rojas que llameaban y brillaban como fuego humeante que ardiera en la hoguera. Poco a poco, se fundían las hebras de la hoguera en una bruma naranja, en una incandescencia que levantaba el peso del cielo gris de lana por encima de ella y lo convertía en un millón de átomos de color azul pálido. Poco a poco, la superficie del mar se volvía transparente y se quedaba haciendo ondas y destellando hasta que las líneas oscuras casi se borraban. Poco a poco, el brazo que sostenía la luz la levantaba más y más arriba, hasta que se veía una clara llama; ardía un arco de fuego en la curva del horizonte y, debajo de él, el mar se incendiaba de oro. “
(Las olas. Virginia Woolf)
No hay comentarios:
Publicar un comentario