“Los colores más hermosos habían desaparecido ya en su mayor parte o sólo se encontraban aún donde nadie los veía, en los jardines submarinos a muchas brazas de profundidad bajo la superficie del mar. (...) En su infancia, dijo, había admirado abajo, en Devonshire y Cornwall, junto a los acantilados de creta, donde el oleaje ha abierto y
pulido oquedades y cubetas desde hace millones de años, la infinita variedad de lo que crecía oscilando entre lo vegetal, lo animal y lo mineral, los zooides y algas coralígenas, anémonas de mar, abanicos de mar y plumas de mar, los antozoos y crustáceos, que, en
los cálices de roca dos veces al día sepultados por la marea, rodeados de largas frondas de algas y revelados luego otra vez totalmente a la luz y el aire, en todos los colores del espectro verde cardenillo, escarlata y rejalgar, amarillo azufre y negro terciopelo habían desarrollado su vida maravillosamente irisada.” (W.G. Sebald)
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