"¡Las
luchas de los campos de batalla palidecen en insignificancia ante las
primeras contiendas del hombre con sus enemigos internos! No se trata
aquí de meros adversarios mortales, fácilmente dominables mediante
un arrollador despliegue de fuerza. Omnipresentes, infatigables,
persiguiendo al hombre incluso durante el sueño, sutilmente dotados
de miasmáticas armas, los soldados de los apetitos que surgen de la
ignorancia pretenden asesinarnos a todos. Necio es el hombre que
sepulta sus ideales, sometiéndose al destino común.” (Yogananda)
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