«...nuestra muerte es sustento para el mundo en el que vivimos, necesaria para mantener las cosas tal y como están. Nuestra sangre es el precio de la sensación de «seguridad» que debe imperar en la colonia. El imperio acaba con las vidas de nuestros seres queridos a fin de prolongar su dominio. Nuestro dolor es insignificante y nuestra rabia, injustificada. Cuantos más allegados mueren a manos del colonialismo sionista, menos espacio nos ofrecen para llorarlos. No podemos narrar este robo de vida descomunal, y mucho menos vengarlo.»
(Víctimas perfectas. Mohammed el-Kurd)
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