“A los treinta y siete años de edad, con la salud perfecta, empiezo,
Y espero no cesar hasta la muerte. (...)
Soy puerto para el bien y para el mal, les permito hablar a todos,
arrostrando todos los peligros,
Naturaleza sin freno, con energía primigenia. (...)
Nunca ha habido más energía original que ahora,
Ni más juventud o ancianidad que ahora,
Y jamás habrá más perfección que ahora,
Ni más cielo ni más infierno que los que hay ahora.
Ímpetu, ímpetu, ímpetu,
Siempre el ímpetu procreador del mundo. (...)
Clara y pura es mi alma, y claro y puro es todo aquello que no es mi alma
(…) He dicho que el alma no vale más que el cuerpo,
Y he dicho que el cuerpo no vale más que el alma,
Y que nada, ni Dios, es más grande que uno mismo,
Y quien camina una legua sin amor, camina a su propio entierro envuelto en un sudario,
Y tú o yo, que no tenemos ni un céntimo, podemos comprar lo más preciado de la tierra,
Y el destello de unos ojos o el guisante en su vaina, confunden a la sabiduría de todas las épocas,
Y no hay oficio ni ocupación en los cuales un joven que los sigue no pueda ser un héroe,
Y no hay objeto tan blando que no pueda ser el eje de las ruedas del universo,
Y digo a cualquier hombre o mujer: Deja que tu alma permanezca fría y serena ante los universos.
Y digo a la humanidad: No hagas preguntas sobre Dios.
Porque yo que hago preguntas sobre todas las cosas, no hago preguntas sobre Dios.
(No hay palabras que puedan expresar mi placidez y mi serenidad antes Dios y la muerte)
(…) Hoy no haré otra cosa que escuchar,
para que aquello que escucho enriquezca este canto.”
(Walt Whitman)
Autorretrato, 17 de Octubre de 2020.
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