Elevando plegarias de gratitud, desafiantes, tenaces y continuas, hasta que el desastre se haya convertido en recuerdo.
A veces diremos nuestras plegarias entre dientes, otras añadiremos una o dos maldiciones que nos harán sonreír ante nuestro coraje. Pero seguirán siendo plegarias, no pedidos temerosos sino afirmaciones triunfantes mientras nos vemos rodeados por el fuego.
Gracias por quitarme lo que era mío,
porque nunca quitaré a otros
lo que no ofrezcan libremente.
Gracias por tu constante infelicidad,
porque ahora me alegran
mis constantes oportunidades.
«El perdón es abandonar toda esperanza de un pasado mejor.»
(Richard Bach)
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