“Albergo dentro de mí, y sin que lo sepa nadie, al hijo que no tendré. (...)
Y cuando se me formula la pregunta- es decir cada vez que conozco a alguien (en particular mujeres), cada vez que tras preguntarme a qué me dedico (o justo antes) me preguntan si tengo hijos-, cada vez que debo resignarme a trazar en el suelo esa línea con tiza blanca que divide el mundo en dos (las que tienen, las que no tienen), me entran ganas de decir: no, no tengo, pero mira en mi vientre todos los hijos que no he tenido, mira cómo bailan al ritmo de mis pasos, solo piden que se les acune, mira este amor que he conservado convertido en lingotes, mira la energía que no he gastado y que queda ahí para repartir, mira la curiosidad cándida y salvaje que es la mía, y el apetito de todo, mira la niña que sigo siendo yo por no haber sido madre, o gracias a eso.”
(Las lealtades. Delphine de Vigan)
“A veces me digo que hacerse adulta tan solo sirve para eso: reparar las pérdidas y los daños del comienzo. Y mantener las promesas del niño que hemos sido.”
(Las lealtades. Delphine de Vigan)
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