“Individuación
es el proceso que mueve al hombre a hacerse una persona completa,
única. No nos decidimos a hacernos enteros, más bien, una energía
vital que está dentro de nosotros, nos obliga a tomar este camino.
La vida nos manda en este proceso, no lo que pedimos sino lo que
necesitamos para crecer. Hay que aprender a abrir el hilo que conecta
los acontecimientos, sueños y relaciones que han formado el tejido
de nuestra existencia.
Cuando
el hombre observa los sueños está en contacto con la corriente de
la vida interior. El sueño es la herramienta de la naturaleza que
permite que contenidos del inconsciente penetren a la consciencia.
Nuestra
alma no está completa si no llevamos a la consciencia nuestra vida
entera, si está feliz o infeliz. No conocemos las profundidad de
nuestro espíritu. Hacia dentro se dirige el misterioso camino. Se
requiere ir al desierto para encontrar el camino. Esta ida al
desierto corresponde a un estado anímico de desarrollo y tránsito.
Cuando alguien ha pasado por una crisis ha muerto a su antigua
personalidad y ha hecho su camino de vuelta hacia la salud y una vida
más consciente.
Durante
este estado ocurren también episodios psicóticos. Así por ejemplo,
en ciertas culturas, la locura del chamán, es un estado de
introspección, un camino hacia dentro que es tanto más peligroso
cuanto más súbito y tormentoso es el proceso. Es una etapa de la
vida en la cual toda energía productiva parece estar suspendida,
cuando el centro de la conciencia ha salido fuera del marco
corriente del aquí y ahora, estamos fuera de nosotros, en otro marco
de referencia. La capacidad del chamán de entrar en éxtasis, hace
de él un maestro de la geografía mística del mundo espiritual, es
decir, del inconsciente. Tiene un íntimo conocimiento de estas
regiones misteriosas del espíritu, en las cuales puede entrar y
salir a voluntad.
Las
culturas chamánicas dividen la geografía del mundo espiritual en
tres capas, el plano terrestre, el mundo celestial arriba y el mundo
subterráneo abajo. El universo espiritual triple está comunicado
con el centro del mundo y él conoce este centro, tiene la capacidad
de moverse de un plano a otro de la realidad. (...)
Nuestra
totalidad, la meta de nuestro desarrollo, vive dentro de nosotros
como una potencialidad dinámica influenciando profundamente el curso
de nuestra vida. En todo proceso vital el bien y el mal se
entremezclan. La vida nos manda en este proceso no lo que pedimos
sino lo que necesitamos para crecer. Las fuerza del mal tendrán que
tocar nuestras vidas. Porque sin los poderes oscuros, luciféricos,
no emerge la conciencia. ¿Quién puede conocer algo fuera de aquello
que reconoce de nuevo?
Tú
te imaginas que estás aprendiendo y resulta que te reencuentras
contigo mismo. El universo es tan solo el pretexto para este
desarrollo de la conciencia.
La
individuación no excluye al mundo, más bien lo contiene. El
desarrollo de la conciencia no es posible sin emoción, esta nos
llega a través de las relaciones significativas de nuestra vida. La
relación con los demás es una parte muy importante en el proceso de
individuación, el amor es el crisol donde se realiza la
individuación. Amar a alguien significa estar en posición de sí
mismo. Individuación es la fuente de toda salud.”
(Lola
Hoffmann)